11 febrero 2013

Buscando trabajo en EEUU: Zappos II

Esta entrada se corresponde con la segunda parte de mi experiencia entrevistando con Zappos, la primera parte puedes leerla aquí.

Una vez superadas las 2 entrevistas telefónicas y el desafío de código, Zappos me invitó a una entrevista in situ en sus oficinas de Las Vegas. En el momento de la entrevista, sus oficinas todavía estaban localizadas parcialmente en Henderson, una ciudad a pocos minutos de Las Vegas, pero tenían previsto trasladarse a las oficinas en el centro de Las Vegas en un futuro cercano así que es muy posible que, para cuando leáis estas líneas, ya hayan completado esa transición.

Aquí las empresas grandes que tienen interés en un particular candidato te pagan el billete de avión, la estancia, y (generalmente) comida durante 2-3 días dependiendo de cómo de lejos esté tu residencia. Las empresas más pequeñas y las startups suelen hacerlo en menor medida pero también las he visto que lo hacen. Como en Estados Unidos son muy peculiares con lo de la información personal, especialmente en lo relativo a raza y sexo, y al mismo tiempo son tan sumamente meticulosos con todo aquello que se levante del suelo y pueda suponer el más mínimo riesgo para la seguridad nacional, una empresa que te quiera enviar a sus oficinas por avión va a tener un conflicto de intereses. Por un lado, ellos no pueden legalmente pedirte información acerca de tu edad o sexo, pero por el otro ellos necesitan esa información para pagar los billetes. La manera de solucionar ese problema es muy sencilla: todas las empresas grandes tienen un departamento dedicado exclusivamente a organizar los viajes, tanto de candidatos como el transporte de trabajadores por motivos de negocios, que no comparten tu información personal con el resto de la empresa (especialmente con tus entrevistadores).

Como yo estaba localizado en Ohio, que está bastante lejos de Las Vegas (cerca de 3.200 kilómetros), me enviaron un correo preguntándome qué días me iría bien para coger un vuelo de ida y vuelta a Las Vegas para pasar allí 2 días y 1 noche. Después, me enviaron un itinerario tentativo y, una vez confirmé que me iba bien, me enviaron los detalles y números de reserva del hotel y del vuelo. Ellos tenían su propio servicio de transporte que me recogería del hotel y me dejaría en el aeropuerto después de la entrevista. Además, el hotel ofrecía un servicio de recogida de clientes al aeropuerto hasta las 10:30 de la noche y mi vuelo llegaría a las 9:30. ¡Todo estaba listo para mi entrevista!

Después de un par de vuelos más bien ajetreados que me llevaron 45 minutos tarde a mi destino, y un viaje en taxi ilegal particular al hotel (el servicio de recogida funcionaba sólo hasta las 10, y no las 10:30 como me habían dicho) más bien digno de ser contado en un bar tras un par de cervezas, pude echarme a dormir para estar bien descansado durante mi entrevista al día siguiente.

Durante el intercambio de correos previo a mi visita a sus oficinas, me avisaron por activa y por pasiva de que no vistiera ropa formal, porque ni se la ponen ellos ni les gusta que otros se la pongan. Yo me puse unos pantalones caquis, un polo, y zapatos; nada del otro mundo, pero sentí que estaba bastante "mejor" vestido que la gran mayoría de los empleados que ví ese día en las oficinas. Lo primero que me llamó la atención fue su "muro de la vergüenza" en la recepción:

El muro de la vergüenza. Fuente

Si a pesar de los muchos avisos que te dan te atreves a venir con corbata a tu entrevista, te cortan la corbata y le pegan tu tarjeta de identificación para que futuros entrevistados puedan apreciar tu falta de capacidad para seguir los claros consejos que te dieron. El ambiente en las oficinas es muy informal, de hecho, mientras los candidatos esperábamos instrucciones (éramos 3, todos entrevistando para posiciones completamente diferentes), un par de empleados entraron por la recepción con sudadera, pantalón de chándal, y monopatín. El otro candidato que iba vestido de una manera relativamente formal y yo intercambiamos miradas de incredulidad...

Después enseñarnos un vídeo sobre los orígenes de la empresa y sobre cómo el CEO está como una cabra y ha escrito varios libros sobre la ciencia de la felicidad y cosas similares, nos dieron un pequeño tour por las oficinas. Todo el tiempo estuvieron insistiendo muchísimo en cómo de importante es para ellos la cultura de la compañía, que son una familia, que ellos son lo más chachi piruli del mundo mundial, y que todas las otras empresas son unos pobres imitadores. Sus oficinas son una jungla de pósters y peluches de todos los tamaños más bien tirando a hortera, en la que cada empleado parece estar obligado a decorar su cubículo hasta la saciedad. A medida que avanzábamos en nuestra visita, cada parte de la oficina que pasábamos dejaba de trabajar unos segundos y nos recibía con aplausos y campanas. Nos advirtieron de que, en sus oficinas, guerras con pistolas de juguete eran de lo más común, las cuales eran independientes de sus también habituales desfiles de disfraces. Se obliga recomienda a todos los empleados que atiendan de forma más o menos regular a las sesiones de hora feliz que tenían todos los días una o dos veces al día, y tienen una sala de descanso a la que los empleados se llevaban una manta y almohada para echarse una siesta (a mí me daría bastante corte, porque una de las paredes estaba completamente acristalada y daba a un pasillo, imagino que para poder controlar en cierta medida que nadie se pasase). En Zappos, salvo excepciones que requieren una mayor privacidad, no hay oficinas e incluso el CEO de la compañía tiene un cubículo en el que trabaja "habitualmente" aunque, qué casualidad, ese día no estaba trabajando en su cubículo.

Decoración en las oficinas de Zappos. Fuente

Después del tour por las oficinas, al fin, las entrevistas a los distintos candidatos comenzaron. Antes de llegar a Las Vegas, en el intercambio de correos con recursos humanos, me habían avisado de que sería "como una carrera de vallas". Tendría 4 entrevistas y de "caerme" en una, pararían la hipotética carrera y me mandarían a casa por respeto al tiempo de todos los participantes. Aunque la comparación demostraba una evidente falta de conocimiento por parte de la muchacha en lo que respecta al noble deporte del atletismo y, en especial, a las carreras de vallas, el dato había añadido un cierto componente de nerviosismo al proceso, pero al menos sabría inmediatamente si algo había ido mal. En teoría, si lograba acabar todas mis entrevistas eso sería una buena señal. Me llevaron a una sala en la que el resto de las entrevistas tendrían lugar y mis primeros entrevistadores fueron el que sería el jefe para la vacante y alguien que ni siquiera trabajaba en el mismo equipo pero que tenía toda la pinta de tener experiencia en el tema de entrevistar. Después de una breve introducción y un par de preguntas sobre mi currículum (recuerda, ¡nunca mientas en tu currículum!), empezaron directamente las preguntas técnicas y me pidieron escribir algo de código en una pizarra blanca. Me levanté, preparado para escribir alguna función en java similar a las que me preguntaron en las entrevistas telefónicas como el Fizz Buzz o un método que compruebe si 2 palabras son palíndromos, y me pidieron escribir las funciones de búsqueda y balanceo para un árbol binario. ¡La primera en la frente! Yo había tomado una clase en estructuras de datos dos años antes durante la carrera, y recordaba haber implementado ambas funciones, pero en aquel momento no estaba ni cerca de poder implementar ambas funciones en una pizarra con un tiempo límite de 30-45 minutos mientras mi (posible) futuro jefe y un entrevistador profesional me juzgaban.

Tras de un par de correcciones y pistas por parte de los entrevistadores y muchos errores por la mía, logré implementar la función de búsqueda usando un recorrido en profundidad-primero inorden. Fue un mal trago, pero de alguna manera pasé a la siguiente entrevista. Los siguientes eran un administrador de bases de datos, y un teléfono parlante (uno de los entrevistadores trabaja habitualmente en Buffalo, Nueva York). Yo, sabiamente, había dejado muy claro que mis conocimientos relativos a bases de datos eran muy básicos (otra vez, ¡nunca mientas en tu currículum!) así que las preguntas que me hicieron eran suficientemente fáciles y abstractas para poder responderlas medianamente. Entonces, me hicieron una o dos preguntas algo más técnicas pero dejé claro que, dada mi falta de experiencia, no tenía muy claro cómo responder e hice lo que pude. Sinceramente, no estaba excesivamente preocupado ya que, si me habían llevado hasta allí sabiendo que mi conocimiento en bases de datos era muy básico y no tenía experiencia previa, no podían estar decepcionados cuando no pude responder las preguntas técnicas al respecto. El teléfono parlante me pidió escribir un algoritmo que comprobase si dos listas desordenadas tenían los mismos elementos, algo nada complicado, pero que me estaba costando un poco escribir en la pizarra así que decidí dejar de escribir para concentrarme en lo que estaba diciendo porque la pregunta venía del teléfono y no del entrevistador presente que, por cierto, había perdido el interés completamente y escribía en su ordenador sin dirigirme la vista.

¡Descanso! Había sobrevivido dos palizas bastante apabullantes y era la hora de comer. Estaba planificado caminar a un restaurante cercano (en pleno diciembre hacía bastante buen tiempo en Las Vegas) con el equipo entero, es decir, los que potencialmente iban a ser mis compañeros de trabajo y mi jefe. Aunque eran todos ellos personas encantadoras, no pude evitar sentirme un poco decepcionado porque ninguno de ellos tenía gustos similares a los míos. Aunque la mayoría era muy joven, exceptuando el jefe, la mitad estaban casados y la otra mitad prometidos, lo cual no es poco habitual en zonas más rurales pero me sorprendió un poco siendo en Las Vegas. Me invitaron a comer, y me sentí mucho más relajado y preparado para la siguiente tanda de entrevistas, pero de eso hablaré en otra entrada porque esta ya es suficientemente larga.

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